jueves, 16 de agosto de 2007

Un seis mil que no pudo ser









Un seis mil que no pudo ser


La A.M.C. intentó la cumbre Gral. Manuel Belgrano (6.120 m).....
Una nueva costumbre.


El año pasado, más precisamente en el mes de julio, poníamos en marcha lo que deseábamos se transformara en una nueva costumbre en la Agrupación de Montaña Calchaquí: las expediciones invernales a la alta montaña. En ese momento y luego de una cuidadosa preparación, iniciábamos una expedición a los Nevados de Aconquija en compañía de montañistas invitados de Buenos Aires y Mendoza, que nos permitió alcanzar la cumbre del Nevado del Candado (5.450 m) el día 20 de julio.







La cumbre Gral. Manuel Belgrano de los Nevados de Famatina, vista desde Chilecito.

Para este año, sabedores de la necesidad de continuar la formación de varios montañistas nuevos de la Institución y de la importancia de ir fogueando la voluntad de cara al Himalaya, nos propusimos un objetivo más exigente aún: la cumbre Gral. Manuel Belgrano (6.120 m), máxima altura de los Nevados de Famatina, en la provincia de La Rioja. Como es nuestra costumbre, iniciamos la búsqueda de información respecto al acercamiento a la montaña, disponibilidad de agua, rutas de ascenso, posibles campamentos de altura, etc., contando con la inestimable colaboración de nuestros amigos montañistas riojanos de Expedition-Extreme y de Jaime Suárez. Con toda esta información, elaboramos el Plan de Ascenso que nos demandaría siete días para conquistar esta montaña, con condiciones climáticas favorables.

En marcha.





Así, con la información previa, con los way-points de todos los campamentos a instalar y con un pronóstico extendido favorable para los próximos sietes días, salimos el sábado 14 de julio a las nueve de la mañana distribuidos en dos camionetas doble cabina, gracias a la gentileza del socio Walter Vilte, quien accedió a nuestro pedido de acercarnos hasta la villa de Famatina. En una camioneta junto con Walter viajaban Guadalupe Molas, Noelia Miranda, Ariel Mercado e Ignacio Blás; en tanto que en la otra lo hacíamos Lucrecia Molas, Noelia Lucero, Julio Vázquez, Carlos Rodríguez Lastra (nuestro infaltable amigo de Buenos Aires) y yo.
A las once paramos en La Rioja para confirmar si el camino nuevo por la Cuesta de Velazco estaba listo; al no ser así, seguimos hacia el sur hasta la villa de Patquía donde recargamos combustible, regresando luego un par de kilómetros para ingresar a la ruta que conduce a Chilecito; aquí, el control fitosanitario nos obligó a comernos todas las manzanas anticipadamente. Una hora después entrábamos al Valle del Vino, donde grandes olivares nuevos y en desarrollo, junto con jóvenes viñedos muestran la rentabilidad y el crecimiento de estos negocios, apoyados en la ley de diferimiento impositivo. Pasadas las trece, llegamos a Chilecito donde se quedaría mi esposa en casa de unos amigos, en tanto que el resto, después de almorzar, seguimos viaje hacia la villa de Famatina (28º 56,724’ S – 67º 31,062’ O – 1.500 msnm). A las 15:30 llegamos a la villa, precedida por unos noguerales prolijamente limpiados y nos instalamos en las frías habitaciones de la Hostería.





Los chicos en la Hostería de Famatina. ¿Las chicas? Produciéndose en su habitación.


La villa de Famatina, un bonito pueblo al pie de los Nevados que vive del agua que desciende de los mismos, se ha convertido en un hito de la lucha contra la minería moderna, que sólo deja impacto ambiental y aguas contaminadas, y apenas unas migajas para los gobiernos provinciales, amparada en una ley de explotación minera vergonzosa. Ahora sólo debemos alquilar una camioneta para que nos busque el próximo viernes, ya que Omar Carrizo, líder del Grupo Ambientalista de la villa, nos guiará mañana hasta el Campamento Base. Son las 19:00 y estamos en un bar viendo el partido por el tercer puesto de la Copa América entre Uruguay y México, mientras esperamos a Andrés Chiappini y a Matías Vivanco de la provincia de Córdoba, que se sumarán a nuestra expedición.

El Campamento Base.





A las 7:00 nos levantamos con pocas ganas, en una mañana oscura y fría, pero sin viento y con un cielo lleno de estrellas; desayunamos, cargamos las dos camionetas y el auto de Matías (que llegó anoche), retiramos el pan casero que encargamos ayer, recargamos combustible y a las 9:00 salimos hacia el norte por la Ruta Provincial Nº 11. A la altura de Alto Carrizal, doblamos hacia el oeste, pasando por Los Corrales y, luego, por el corte permanente del Grupo Ambientalista; los primeros treinta kilómetros fueron por una huella en muy buen estado, pero a partir de allí, la quebrada del río Amarillo se estrecha fuertemente, mientras la huella cruza el lecho del río infinidad de veces; fue aquí que decidimos dejar el auto de Matías y continuar en las dos camionetas. Entonces, la combinación de una quebrada estrecha con pocas horas de sol y las bajas temperaturas de la época invernal, se traducen en gruesas placas de hielo en cada cruce y, en algunos casos, en placas que cubren la huella, producto del congelamiento del cruce y la posterior formación de pequeños diques que conducen el cauce hacia la huella.
Después de haber recorrido poco más de 40 Km, un cruce con curva en subida a la izquierda obligó a Walter a desistir, quien bajó acompañado por Guadalupe, Noelia Lucero y Matías. A partir de ello, debimos hacer dos viajes en mi camioneta, que era la única doble tracción, llegando al Campamento Cueva de Pérez (28º 59,977’ S – 67º 43,946’ O – 3.867 msnm) a las 12:30 horas con el primer grupo; una hora y media después, toda la expedición estaba en el lugar elegido para instalar el Campamento Base. Así, la primera etapa estaba resuelta.
Aprovechando un galpón abierto del campamento minero, cubrimos prolijamente con diarios, cartones y mantas la trompa, el radiador y el capot de la camioneta, pues queremos que arranque para el regreso. Entre tanto, Ariel se puso a cocinar y a las 16:30 comimos una exquisita carbonada; son las 18:00 horas y le estamos haciendo fuerza a la Selección que juega la final con Brasil, gracias a una radio y a la insistencia de Julio y Carlos, que lograron sintonizar una emisora que relata el partido. Afuera sopla un fuerte viento y está empezando a bajar la temperatura.



Un alto en la marcha en la quebrada del río Amarillo, camino al Campamento Base.

Desgraciadamente, ayer la Selección perdió mal y nos quedamos masticando bronca, por el resultado y por el rival (...estos brazucas nos tienen de hijos...). Hoy no había necesidad de madrugar, así que nos levantamos después de las nueve, pues el día está destinado exclusivamente para aclimatar a la altura. Luego del desayuno, separamos la comida de altura, las carpas, los calentadores y decidimos la distribución de las tres carpas: Noelia y Ariel ocuparán la primera, Ignacio y Andrés la segunda, en tanto que Carlos, Julio y yo estaremos en la tercera. También aprovechamos para separar los componentes más pesados del equipo personal: zapatos plásticos, grampones, piqueta, etc., para transportarlos en la camioneta.
Una vez más, nuestro especialista culinario Ariel, nos deleitó en el almuerzo con salchichas acompañadas con fideos con crema de leche a los cuatro quesos y sopa para todos. A las 14:00 horas, Julio, Ignacio, Ariel y yo partimos en la camioneta hacia La Mexicana (29º 00,794’ S – 67º 46,440’ O – 4.450 msnm), lugar elegido para instalar el Campamento Nº 1, con todo el equipo general de altura y los componentes separados del equipo personal, más algunos bidones con agua, pues los análisis realizados con anterioridad prueban que el agua del yacimiento contiene restos de arsénico. Al cabo de 5 Km de una huella con fuerte pendiente, que obligaba a transitar con la doble tracción en baja todo el tiempo, llegamos a la bocamina e inicio del cable carril que llega a Chilecito. Un viento muy fuerte nos recibió con algunas nubes apareciendo del oeste, mientras la estación impulsora del cable es mudo testigo de un pasado esplendoroso; algunas habitaciones semi derruidas y otras sin puertas ni ventanas, muestran los restos del antiguo emprendimiento y nos servirán para instalar nuestro primer campamento de altura.

Una sorpresa inesperada.





Amanece el martes 17 de julio en el Campamento Base y hoy tenemos planeado ascender hasta el Campamento Nº 1 instalado en La Mexicana. Después del desayuno y siguiendo las instrucciones del Dr. Carlos Pesce, Presidente de la Sociedad Argentina de Medicina de Montaña y expositor del Curso de Medicina de Montaña organizado por la Secretaría de Turismo, al cual estamos asistiendo los montañistas de la A.M.C., hicimos un control de presión arterial antes de iniciar el ascenso. Con bastante sorpresa descubrimos que Julio y yo estábamos con presión alta, por lo cual decidimos no iniciar el ascenso, obligando ello a reacomodar los grupos; los cinco restantes, liderados ahora por Ariel, partieron hacia La Mexicana a las 10:30 horas, siguiendo la huella que recorriéramos ayer.
Después de poco más de dos horas de marcha, alcanzaron la bocamina y aprovechando una de las habitaciones sin puerta, instalaron el Campamento Nº 1 a 4.450 msnm; pero no terminarían allí los problemas: el resfrío y la congestión nasal con que llegó Carlos a Catamarca, se acentuaron durante el ascenso y llegó al campamento muy cansado y con dificultades para mantener un ritmo respiratorio adecuado. En tanto que Julio y yo, sumidos en un profundo desencanto, pasamos el resto del día en el C.B. prácticamente sin comer, dada la enorme bronca y decepción ante la circunstancia que nos tocaba vivir.




El grupo de ataque: Carlos, Ariel, Andrés, Ignacio y Noelia parten hacia el Campamento Nº 1.

Siguen los problemas.





Después de lo ocurrido ayer, hoy miércoles imaginábamos permanecer todo el día en el C.B. con Julio, salvo a las 14:00 horas, momento en que habíamos coordinado subir hasta La Mexicana para recuperar nuestro equipo personal, el sobrante del equipo general y comidas no utilizado por el resto de los chicos; sin embargo, a las 10:00 llegó Andrés con la novedad que Carlos no había pasado una buena noche en el Campamento Nº1. En efecto, durante el resto de la tarde de ayer y parte de la noche, Carlos no se hidrató adecuadamente y sumado a la fuerte congestión, amaneció más debilitado aún; ante esta situación, Ariel no quiso correr riesgos y envío a Andrés al C.B. a avisarnos para que subiéramos en la camioneta a buscarlo. Alrededor de las 10:30 horas, Andrés, Julio y yo arribábamos a La Mexicana; allí comprobamos que Ariel no había exagerado para nada, y sabiendo que en alta montaña cualquier afección respiratoria puede devenir rápidamente en un edema pulmonar, decidimos bajar hasta el C.B., cargar todo el equipo y continuar el descenso hasta la villa de Famatina.
Andrés termina de asegurar las carpas en el improvisado Camp. Nº 2.

Entre tanto, este episodio supuso un importante retraso para el grupo de ataque: Ariel, Noelia, Ignacio y Andrés iniciaron recién a las 11:00 horas el ascenso hacia La Lagunita (29º 00,955’ S – 67º 47,459’ O – 5.120 msnm), lugar elegido para instalar el Campamento Nº 2, al punto que a las 17:30 horas, con un frío intenso y sin haber podido alcanzar el lugar planeado, decidieron instalar el campamento en una depresión protegida por unos contrafuertes, a poco menos de 5.000 m de altura, donde debieron derretir nieva para obtener agua.
Poco después de las 14:30 horas Carlos, Julio y yo llegamos al Hospital de la villa de Famatina, donde el médico de guardia atendió a Carlos; a partir de ese momento, a nosotros sólo nos quedaba esperar que el grupo de ataque continuara con el ascenso, pues en la zona donde se encuentran no hay señal para establecer una comunicación telefónica.

La decisión más dura.





Recién el día jueves 19 de julio, después de más de dos horas de ascenso, el grupo de ataque alcanzó La Lagunita, instalando el Campamento Nº 2, pero entonces el enorme esfuerzo realizado el día anterior empezó a pasar facturas: Ignacio muy cansado y con visibles síntomas de deshidratación, no estaba en condiciones de iniciar el ataque a la cumbre al día siguiente. Ante esta situación, con el riesgo de agravamiento que implicaría una complicada evacuación, sumado a la necesidad de estar de regreso en La Mexicana el viernes 20 para iniciar el descenso, Ariel debió tomar la decisión más dura para un montañista: abortar el asalto final a la cumbre e iniciar el descenso, anteponiendo el criterio que constituye nuestra ley máxima en la montaña: alcanzar la cumbre es opcional, regresar vivo es obligatorio.
Como es de esperar, una vez iniciado el descenso, Ignacio comenzó a recuperarse conforme disminuye la altura, regresando todo el grupo de ataque a La Mexicana y desde allí en la camioneta de Don Pancho Peralta hasta la villa de Famatina, donde los esperábamos para volver juntos a Catamarca.
El regreso estuvo signado por el sabor amargo de no haber podido lograr el objetivo principal: la cumbre Gral. M. Belgrano, pero también por el análisis de las situaciones vividas para tratar de entender lo sucedido, porque los montañistas hemos aprendido, no sin rigor, que la montaña no perdona errores y que es vital analizar las decisiones tomadas arriba para movernos cada vez con mayor seguridad.
Finalmente y como en oportunidades anteriores, la Agrupación de Montaña Calchaquí agradece al Administrador General de Catastro, Ing. Raúl D. Blás, por el apoyo permanente a nuestra Institución.

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